Hacen falta muchas viviendas en España. Hay mucha gente que podría poner su segunda vivienda a disposición de los demás, si las personas y las leyes fueran distintas.
Por supuesto que hay mucha gente buena, pero también abundan los que se quieren aprovechar de los demás.
Ganar- ganar
Una persona ha trabajado duro durante años, y ha conseguido tener una segunda vivienda que, en sus últimos años de vida, quiere poner a disposición de gente que la necesita, cobrando por ello un alquiler para complementar su pensión de jubilación.
Esta persona consigue un ingreso extra que no le cambia la vida, pero le ayuda a vivir un poquito mejor.
El inquilino ve satisfecha su necesidad de tener una vivienda.
Hasta aquí todo bien, pero ¿qué sucede cuando el inquilino se convierte en inquiokupa?. El propietario, con las leyes actuales, es el perjudicado. Problemas y preocupaciones en la última etapa de su vida, con gastos sanitarios que se multiplican, y sin posibilidad de conseguir ingresos por otra parte.
¿Merece la pena poner a disposición de desconocidos una vivienda cuando hay un gran incremento de inquiokupas? Morir con cero
Mejor entonces vender la propiedad y disfrutar de los pocos años que quedan de vida. Puedes ver cómo están las cosas enhttp://www.idealista.es
Gracias a los inquiokupas, una situación que en principio era ganar-ganar, se convierte en lo contrario, el propietario sale perdiendo, su situación anima a otros propietarios a no poner en alquiler sus viviendas, y esto hace que, al reducir la oferta, los precios suban, dificultando a mucha gente el acceso a la vivienda.
Y muchas veces el inquiokupa tiene una buena situación económica, o al menos, lo suficientemente buena para poder pagar el alquiler. Pero no quiere pagarlo. Prefiere aprovecharse de su casero minusválido, impedirle tener dinero para sus gastos sanitarios. Y contribuir a que cada vez menos propietarios pongan sus viviendas en alquiler. Esto reduce la oferta de vivienda y hace subir los precios.
