No hay nada como tener tu propia independencia económica para no verte condicionada por quien te da el sustento económico.
Mientras la pareja sea feliz, todo va sobre ruedas. Pero si la felicidad se acaba, la convivencia se hace insoportable, ¿qué haces, a dónde vas?
Ya no quieres seguir viviendo con esa persona, pero dependes económicamente de ella. De nada te sirve visitar portales como http://www.idealista.es porque ni puedes comprar ni alquilar una vivienda.
Has pasado muchos años sin ingresos propios, y ahora estás atrapada en la jaula de la dependencia económica. La jaula a la que te han llevado tus acciones del pasado.
Si ahora sigues así, permanecerás así. No esperes resultados distintos si sigues haciendo lo mismo. Tal vez te has vuelto cómoda Incómoda comodidad
Y puede que seas esa menganita que desea ayudar a un ser querido pero que no puede hacerlo porque apenas tiene para llegar a fin de mes.
Claro, has vivido muy cómoda, sin el estrés de un trabajo, sin aguantar a un jefe, sin cometer errores, sin críticas, sin madrugones, sin recriminaciones.
Llega la jubilación
La persona que te mantiene se jubila. Caen los ingresos. La vida sube, sobre todo, lo que no te puede faltar, los alimentos.
Esa persona considera que como pone el dinero tiene derecho a que hagan todo por él.
Y entonces tu vida se vuelve muy incómoda, con el estrés del trabajo doméstico, aguantando a una persona que no mueve un dedo por ayudarte, que se considera perfecto y que los errores los cometes tú. Y te critica y te recrimina por ello.
Tu cómoda vida, al llegar la jubilación de quien te mantiene, se vuelve muy incómoda. Has pagado un alto precio.
Al menos antes, cuando él trabajaba fuera de casa, estabas más a tu aire. Eso ya pasó a la historia. Ahora tienes que aguantar sus impertinencias todo el tiempo.
Y el jubilado puede que hasta estuviera cómodo con el empleo que dejó, sin mucha carga de trabajo la mayoría de las veces, que conociera a compañeros interesantes, y que pasara momentos divertidos.